* La historia de amor más triste del mundo. Para mi, la película más apasionante que de momento la década nos ha dejado.
Wong Kar-Wai pone frente a frente a dos personas, las obliga a amarse, sin escapatoria posible, las retiene con lazos de conciencia, enfrentando la madura certeza de lo efímero de los sentimientos y lo inestable de las inclinaciones con la certidumbre salvaje de la realidad, gobierno y tiranía de estos. Atenaza las almas de sus personajes, los paraliza, los lanza uno contra otro, a un amargo y doliente amor, para retratarnos el desamor como pocas veces antes.
* La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, con una sensualidad barroca increíble. “Deseando Amar” se vivencia y siente de forma integral, con todos los sentidos. Se nos muestran un par de tobillos, y nos llega un mundo entero; se nos presentan dos personas en una habitación, y ese universo tiene la complejidad que no alcanzan filmografías enteras. La fijación de desenvolver a los personajes siempre en el encierro es despiadada, en cargadas habitaciones, en asfixiantes pasillos, en insidiosos planos, todo, hasta la lluvia, se alía para maltratar la estable paz de espíritu de los protagonistas. Porque no sabemos a ciencia cierta que es lo que hay tan fuerte como para contrarrestar la imperiosa inclinación de la pareja, como para levantar tan sólido muro entre ambos, que en el momento de mayor acercamiento, íntimo y cómplice, la distancia es sideral. Y tampoco tiene Wong Kar-Wai piedad de mi, que con desespero intento desentrañar el mundo interno de los protagonistas, lo ignoto en el corazón de los personajes, el secreto confiado a las ruinas, porque estas son un reflejo de mi mismo, de la historia que me acaban de insinuar. Algunas relaciones se diluyen como el humo que a veces inunda la pantalla, otras perviven y maduran como las ruinas honradas con nuestros secretos.
El más mínimo detalle y elemento de esta película se dedica a dotar de vida y alma a los personajes, y cualquier gesto, mirada, insinuación, inflama los sentimientos, los suyos y los nuestros, estremeciendo todo.
* Sea con el corazón o el cerebro con lo que Kar-Wai proyecte sus films, lo cierto es que sus historias y personajes se incrustan en nosotros y allí cobran vida, y si vida suponen, yo me descubro ante este tipo.
Wong Kar-Wai pone frente a frente a dos personas, las obliga a amarse, sin escapatoria posible, las retiene con lazos de conciencia, enfrentando la madura certeza de lo efímero de los sentimientos y lo inestable de las inclinaciones con la certidumbre salvaje de la realidad, gobierno y tiranía de estos. Atenaza las almas de sus personajes, los paraliza, los lanza uno contra otro, a un amargo y doliente amor, para retratarnos el desamor como pocas veces antes.
* La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, con una sensualidad barroca increíble. “Deseando Amar” se vivencia y siente de forma integral, con todos los sentidos. Se nos muestran un par de tobillos, y nos llega un mundo entero; se nos presentan dos personas en una habitación, y ese universo tiene la complejidad que no alcanzan filmografías enteras. La fijación de desenvolver a los personajes siempre en el encierro es despiadada, en cargadas habitaciones, en asfixiantes pasillos, en insidiosos planos, todo, hasta la lluvia, se alía para maltratar la estable paz de espíritu de los protagonistas. Porque no sabemos a ciencia cierta que es lo que hay tan fuerte como para contrarrestar la imperiosa inclinación de la pareja, como para levantar tan sólido muro entre ambos, que en el momento de mayor acercamiento, íntimo y cómplice, la distancia es sideral. Y tampoco tiene Wong Kar-Wai piedad de mi, que con desespero intento desentrañar el mundo interno de los protagonistas, lo ignoto en el corazón de los personajes, el secreto confiado a las ruinas, porque estas son un reflejo de mi mismo, de la historia que me acaban de insinuar. Algunas relaciones se diluyen como el humo que a veces inunda la pantalla, otras perviven y maduran como las ruinas honradas con nuestros secretos.
El más mínimo detalle y elemento de esta película se dedica a dotar de vida y alma a los personajes, y cualquier gesto, mirada, insinuación, inflama los sentimientos, los suyos y los nuestros, estremeciendo todo.
* Sea con el corazón o el cerebro con lo que Kar-Wai proyecte sus films, lo cierto es que sus historias y personajes se incrustan en nosotros y allí cobran vida, y si vida suponen, yo me descubro ante este tipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario