miércoles, 11 de enero de 2012

El arte de contar historias

La tercera unión de Iñarritu y Arriaga, y para mi su mejor obra, "Babel", es una película de claros tintes universales, llena de personajes acorralados, al límite de sus vidas. Cada uno de ellos tienen una vida diferente en lugares remotos, su idioma no es el mismo, sus diatribas morales o físicas tampoco, pero a todos les une un mismo sentimiento: la desesperación.

González Iñárritu dirige de una manera soberbia las cuatro historias, incluso me atrevería a decir que hay cuatro Iñárritus distintos en la película que se adaptan perfectamente y en todos los sentidos al terreno en el que ruedan, a lo que quiere contar y a la manera de contarlo. Si algo hay que destacar de "Babel" es la dirección por encima de todas las cosas, porque el guión aún siendo bueno no es del todo brillante, tiene momentos poco creíbles como la parte que se desarrolla en México, y la unión entre las cuatro historias está cogida por los pelos, detalle que a mi en verdad me da igual porque las cuatro historias me fascinan, pero se debe comentar.

Tambien es cierto que es la primera vez que Iñarritu realiza un film de cuatro historias distintas y que no sabe repartirlas del todo bien, pues al querer darle un tono más universal al film en esta ocasión no hay apenas respiro en el metraje para contarlas con calma y extenderse en ellas, cosa si que si sucedía en sus anteriores films. Pero afortunadamente este problema no es tal por que ese caos en el montaje refleja bien esa desesperación de los personajes, y tambien ante todo por el ímpetu y la genialidad con la que plasma Iñarritu las historias en la pantalla.

Si tuviera que quedarme con un pedazo de vida de "Babel" sería con la de Tokyo, todo un auténtico desgarrador disfrute visual en el que Iñarritu da el todo por el todo y se involucra de lleno en la cultura nipona, tanto que si esa parte me dicen la ha rodado un director asiático de prestigio me lo creo, porque sin llegar ni mucho menos a la exageración ni a la parodia Iñarritu plasma soberbiamente los matices del cine que nos llega de asia: Tanto en la arriesgada historia, como en los turbios personajes y las situaciones truculentas, como en el delirio visual al que nos somete, con una fotografía, un no-sonido y unos planos de una belleza impresionante.

Y adelantándome a los que muchos dirán y a los que ya lo han dicho, no es para nada una película en la búsqueda del dolor gratuito que sólo pretende emocionarnos a toda costa, para nada. "Babel" cuenta cuatro historias duras, llevadas muy al límite, capaces de emocionar y hacer llorar a cualquiera, pero para nada lo hace de una manera sensiblera ni rastrera, consigue que te emociones con sus historias de la manera más mágica y fascinante posible, haciéndote partícipe de ellas. Tú eres Babel, todos somos Babel.

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